viernes, 5 de septiembre de 2014

De tal palo tal astilla

Suspiró profundamente y recogió dos cubiertos caídos del suelo, tras el gran golpe propinado a la mesa por el desaforado padre. Pensó que aquello era injusto y comenzó a sentirse latir las venas en la sien como hasta ahora no lo había sentido. Su padre seguía despotricando cada vez más, lo que le produjo al hijo un estado de excitación aún mayor. Entonces ocurrió. Mientras su cuerpo tomaba dimensiones extraordinarias, miró a su padre, que ya era el gigantón verde.

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