Mucho
me temo que vienen a rescatarme. Anoche
comí la última barrita de cereales desde
aquella mañana que engullí ávidamente la penúltima.
Aislado en
la cima, a
más de tres mil metros y
rodeado de nieve, la había reservado para el último momento. Esa
noche la seguiría pasando allí. Tal vez por la mañana...
Y
ahora
llegaban. Los veía desde la altura. Dos
hombres descendieron de un helicóptero y se acercaban a donde
se hallaba, cubierto
de hielo, un cuerpo sin vida, el mío.
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