Esperó
hasta dormirse y soñó con otra Navidad. Una Navidad que fuera como
las de antaño, cuando
toda la familia se reunía en torno a la gran mesa y se daban un
atracón.
Y
por
supuesto también
deseaba
la inexcusable visita de Santa Claus para
que
le regalase, al igual que a
cualquier
otro niño, lo que había pedido. En esta ocasión nada de juguetes,
en contra de su voluntad. Era más importante que Santa accediese a
su especial petición de este año, un
hogar.
Y
se acurrucó en la caja de cartón, junto
a sus padres, sobre el frío suelo.
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