miércoles, 23 de septiembre de 2015

Siguiendo el rastro (II)

Mientras Duke se acicalaba en la habitación del lujoso hotel parisino para ir al encuentro con la azafata dentro de una hora, por su mente circulaban, fugaces, las imágenes de lo vivido el día anterior. Había acabado definitivamente con el "fantasma", de forma casual; en el hospital con el rubio y con la viuda (Take Five sonó de forma automática en su mente), premeditadamente y, por qué no decirlo, también con mucha suerte. Además, para dejarlo todo bien atado eliminó por último al indeseable de Jack que no terminó de fumarse el último de sus amados cigarros. Una sonrisa se dibujó en el rostro demacrado del espejo.

La cena sería en Le Consulat, el más famoso de Montmartre, recomendado por la azafata al ser la primera vez que Duke visitaba la ciudad. En la recepción le facilitaron un pequeño mapa con las indicaciones para llegar hasta él y un tiempo estimado de diez minutos. Llegaría, si no se perdía, con cinco minutos de anticipación a la cita. 'Demasiado justo', pensó. Debía darse prisa, no podía perder la oportunidad de estar con aquella belleza. Recorrió con paso rápido la rue Lepic, esquivando nerviosamente a los transeúntes, hasta entrar en la rue Norvins. Le Consulat quedaba a su izquierda y, en la esquina, la flamante chica esperaba. Duke se reprochó el no haber ido más aprisa.

- Perdone mi retraso, pero ya sabe, desconozco la ciudad- se adelantó a decir él.
- No se preocupe- respondió ella con una sonrisa cautivadora que no necesitaba usar.
- Pasemos, pues, dentro. Espero que no tengamos problema en encontrar mesa- y le mostró su brazo en ademán de que se asiese a él.

La velada fue muy agradable. Ella no dejaba de reír ante las ocurrencias de aquel desconocido que le asaltó en el avión de una forma tan atrevida que no pudo resistir. Tras ella recorrieron el famoso barrio, deteniéndose en algún que otro local de copas. Finalmente, Duke la acompañó hasta su alojamiento y ella le invitó a pasar.

Scariolus se sentía satisfecho con el trabajo del dibujante. El sospechoso del crimen fue identificado, aunque nadie sabía su nombre. Pero sí llegó a averiguar de labios de un irlandés que frecuentaba el local, que le proporcionó información al parecer muy valiosa, dada la cantidad de dinero que le procuró. Aunque facilitársela de nuevo a aquel detective no iba a ser de forma gratuita. Scariolus lo dio por bien empleado.

Su sorpresa fue mayúscula cuando descubrió que la dirección proporcionada por el irlandés lo trasladó directamente al alojamiento del rubio que mataron en el hospital, y que aquel antro estaba próximo al muelle. Los tres asesinatos estaban, entonces, relacionados. Aún quedaba por averiguar los nexos de unión pero se había avanzado bastante. Lo más probable era que fuera debido a un ajuste de cuentas. Puso a Jimmy a trabajar en ello.

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