Es como sale mejor, créeme. Se ponen a fuego lento y se tapan para
que no se escapen, son muy listos. Seguramente algunos lleguen a
asomarse bajo la tapa, incluso consigan levantarla entre muchos. Hay
que estar pendientes y volverlos a meter. Al cabo de un tiempo habrán
dejado de chillar, lo que significará que ya están cocinados. Lo
más rico, sus cabezas dicen. A mí me gustan, sobre todo, sus cuatro
delicadas extremidades, con esas bonitas cinco ramificaciones.
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