En
qué momento de la educación de su niña habían empezado a
equivocarse, era una cuestión que todo padre se pregunta en algún
momento de su vida. Nadie nace con el título de padre perfecto bajo
el brazo, se aprende con el tiempo. Cuando comenzó a salir de paseo
sus preocupaciones aumentaron. Deseaban su vuelta lo más pronto
posible. Pero aquel día que se hacía tarde su padre salió a
buscarla. Temía lo peor. Pasó por el salón y fue hacia la cocina.
Y allí estaba. Su frágil cuello pisado por el alambre y su hocico a
un palmo del trozo de queso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario