Para que luego digan que los monstruos somos nosotros cuando nos
observan con esos potentes aparatos y se horrorizan de ver los
apéndices, folículos pilosos, cabezas y restos de nuestra particular y
bellísima fisonomía. Sin embargo, no son capaces de considerar los
múltiples ataques a que nos someten constantemente con esos combinados
letales que acaban con muchos de nosotros. Por suerte eso se ha acabado.
Hemos descubierto la forma de librarnos de esos ridículos agentes
ofensores.
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