Siempre me ha rondado la
misma idea, imperturbable, necesaria... No creo en la justicia
instituida. Pienso que si hubiera más como yo podríamos acabar con
muchos indeseables de este asqueroso mundo. Pero claro, eso tiene que
controlarse. Sí, así lo ha decidido el aparato gubernamental, que
es el único que se autoproclama plenipotenciario para decidir cuándo
y cómo debe darse muerte a un ser humano. ¿Y acaso ellos no cometen
también errores? ¿No se liquida a inocentes cuando posteriormente
aparecen pruebas exculpatorias que ya no pueden devolver la vida al
infortunado? ¿Por qué razón no puedo yo también equivocarme?
¿Cuál es la diferencia?
Espero, al calor
prodigado por una mañana fantástica de sol, en una estancia semi a
oscuras. Las cortinas corridas, la ventana prácticamente cerrada,
solo un hueco por el que dejar asomar el cañón que apunta a la
fachada del edificio de enfrente. No tengo ninguna prisa y sé que la
chica aparecerá. Todos los días lo hace, excepto cuando tiene algún
trabajo, pero mis contactos se encargan entonces de hacérmelo saber.
No hay escapatoria posible. Hoy es su día. Y también será el de
otros. Estoy dispuesto a acabar con todos los de la lista, la que
tengo en mi cabeza, con sus direcciones y las horas en las que, de
seguro, los cazaré y eliminaré.
Ahí está. Ha salido a
la terraza en bikini, con enormes gafas de sol y una gran copa de
algún combinado adornada con una sombrilla y un par de pajillas.
Bohemia... Se tumba en la hamaca y procede a quitarse el sujetador
dejando a la vista unos pechos prominentes, coronados por dos
pequeños montículos. Su privilegiada posición le permite hacerlo
pero, sin que ella lo sepa, yo la estoy viendo. Entreabre sus piernas
y las flexiona buscando una postura cómoda. Conozco su historial
delictivo, sus asesinatos a sangre fría con tal de hacerse con el
botín del robo, con el necesario dinero para rodearse de esos lujos
a los que no quiere renunciar. La vida es corta, pensará. Se
incorpora, coge la copa y da un buen sorbo a la bebida. Quizá sea el
último. Miro a través del tubo telescópico sus hermosos pechos,
sus esbeltas piernas,... Es una pena, pero la obligación ante todo.
Apunto a su cabeza, no puedo permitirme ningún fallo, y aprieto el
gatillo. Un segundo después su cabeza revienta manchando todo lo que
hay a su alrededor. Llega la hora de marcharse. Procedo a recoger mi
despliegue de medios y miro por última vez la terraza.
En ese momento aparece un
joven con el que no contaba, totalmente desnudo, con un gran miembro
flácido entre sus piernas, que comienza a gritar desesperado al ver
la horrible escena. Reacciona y coge el móvil de la chica mientras
mira a su alrededor intentando localizar desde qué posición han
podido dispararle. Nervioso teclea un número y mientras llama mira
fijamente mi posición. Me ha descubierto, aunque de seguro no habrá
podido identificarme. Podría matarlo a él también, pero esto me
haría perder un tiempo precioso para escapar. No, debo marchar antes
que comience a oír las sirenas de los coches que, de seguro, ya
vendrán en camino.
Para cuando abandono el
parking la gente bulle y se arremolina frente al edificio del Banco
Federal. Veo las luces reflejarse en los bloques colindantes y a los
agentes dar órdenes para apartar de la entrada a los curiosos. Tomo
la dirección contraria con calma, sin despertar sospechas, sin
acelerones innecesarios ni bruscos volantazos. Mi siguiente objetivo
está a un par de millas, en una zona residencial y tranquila. Esta
vez lo haré desde el coche. Estudié la zona y puedo ubicarme junto
al parque. El sol está alto y no interferirá mi visión. Puedo
hacer los disparos y huir inmediatamente. Debo tomar la siguiente
salida.
Ahí está, y ahora...
Ahora me persigue la
policía, interfiriendo en mis propósitos, no dejándome hacer. Me
gustaría terminar yo mismo el trabajo pero, de ser necesario, Alan
sabrá que debe hacerme el relevo. Le hago una llamada perdida sin
descuidar la huida. Con eso será suficiente para que tenga
conocimiento y se prepare para colocarse en mi lugar. Somos una
organización muy eficiente, jerarquizados, o, más bien, con la
debida disponibilidad llegado el caso, por lo que los trabajos se
llevan siempre a término. Nunca dejamos nada al azar.
Se ha incrementado el
número de coches que me siguen. Cada vez me resulta más difícil
buscar una salida. El cerco se cierra sobre mí y no tengo
escapatoria posible. Solo me dejan una opción.
- 7-7 a central. El vehículo rojo sospechoso del robo al Banco Federal ha caído al salirse de la ruta 27 cerca de Chattanooga, explosionando a continuación. Con toda seguridad nadie ha salido vivo. Damos por concluida la operación. Avisen a la científica. Corto y cierro.
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