Prefiero las ratas, porque ellas me ayudan.
Desde siempre las he
aborrecido, asqueado, odiado. Hasta que llegué aquí, al rincón más
apartado del castillo, condenado a permanecer en este cubículo hasta mi
muerte.
Deseaba que ésta viniera pronto, que mis captores me la
produjesen, lo que sería mi auténtica vía de escape. Por suerte,
impregnar los rincones con la detestable comida que me daban ha llevado a
que estos roedores produjeran un agujero por el que pronto podré
colarme.
Pero ahora nadie atiende mi petición de comida y ellas se están
desesperando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario