Hacía casi dos milenios que lo habían crucificado y aún podía
seguirlo viendo por todas partes, y no como el resto, en efigie.
Haciendo
milagros a cada minuto, solucionaba males que podrían aniquilar a la
humanidad... Él no quiso desvelar el secreto porque todos decían que
estaba loco.
Pero lo que no sabían es que ya no era el mudo del pueblo.
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