Alcohol y maría, un
sorbo, una calada al canuto. Así era como me gustaba disfrutar de
“Smoke On The Water”. Escuchar esos compases iniciales de
guitarra me trasladaron a otro tiempo, a otro lugar. Un lugar
sombrío, oscuro, de pantanos brumosos y bosques de manglares. Solo,
abandonado, errabundo, con ese único paisaje a mi alrededor. Y humo
sobre el agua, flotando, inamovible.
Una voz misteriosa y
lúgubre que repetía “Riiitchie... Riiitchie...”, me impulsa a
cruzar el pantano, y así me veo caminando por encima, sin hundirme
en las aguas, moviendo la espesa nube a cada paso que daba. Caminé
durante mucho tiempo, la noche cayó pero el cansancio no hizo su
aparición, hasta llegar a la otra orilla. El entorno seguía
invariable, aunque al fondo del bosque ahora se veía una
luminiscencia casi imperceptible. Agudicé la vista para determinar
el origen de la fuente lumínica, pero me era del todo imposible. La
curiosidad, ese eterno acicate del ser humano, me llevaba, en
volandas, a adentrarme en aquella frondosidad. “Riiitchie...
Riiitchie...”
Penetré en la espesura
vegetal y la recorrí hasta acercarme a un calvero, donde finalmente
pude determinar la causa de la luz. En el centro se encontraba una
hermosa muchacha tumbada sobre una mesa de piedra, rodeada por
varales ardiendo incesantes. Estaba sola y parecía encontrarse en
trance, aunque su rostro reflejaba serenidad. No quise alterar su
descanso pero algo me decía que tenía que cogerla en mis brazos y
llevármela lejos. Sin embargo, me quedé inmóvil, extasiado ante su
belleza, contemplándola mientras, por detrás, apareció un tipo
extraño. Me recordó al famoso mago Merlin de la corte del Rey
Arturo. Ataviado con un alto sombrero negro, con una espesa barba
blanca que impedía ver su boca, una capa de color púrpura y un
traje bajo ella de intenso color mostaza, con un ancho cinturón por
encima del cual asomaba una gran barriga, me hizo un ademán para que
me retirase.
Entonces empezaron a
sonar tambores lejanos, rítmicos, fúnebres. Adivinaba lo que iba a
ocurrir. Y se confirmaron mis sospechas. El “mago” extrajo de su
capa un estilete con un mango cubierto de pedrería: esmeraldas,
rubíes, zafiros. No podía permitir aquel sacrificio. Me avalancé
para detenerlo y con un gesto de su brazo me lanzó unos pocos metros
por el aire, yendo a caer y golpeándome contra el tronco de un
árbol. Al despertar me hallé dentro de un bote, como los que se
usan para mermelada.
Pero aquí dentro se
está bien. Tengo suficiente alcohol y maría. Me quedaré un rato.
Cuando leí que incluiste Smoke on the water, lo puse para leer el resto al ritmo de Deep purple, me gustó.
ResponderEliminarQue tengas un buen fin de semana :)
Hola Antonio, he estado unas semanas sin internet, y me he encontrado con este texto que me ha encantado. Muy bueno y mejor escrito, aparte de tu mención a deep purple un gran final que me ha encantado, alcohol y juani.
ResponderEliminarUn saludo cordial.
Hola Antonio, felicidades por ese tercer puesto, me ha gustado tu relato y agradezco también tus comentarios a los míos, siempre alentadores. Saludos
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