viernes, 5 de junio de 2015

El druida (juegos literarios)


Alcohol y maría, un sorbo, una calada al canuto. Así era como me gustaba disfrutar de “Smoke On The Water”. Escuchar esos compases iniciales de guitarra me trasladaron a otro tiempo, a otro lugar. Un lugar sombrío, oscuro, de pantanos brumosos y bosques de manglares. Solo, abandonado, errabundo, con ese único paisaje a mi alrededor. Y humo sobre el agua, flotando, inamovible.

Una voz misteriosa y lúgubre que repetía “Riiitchie... Riiitchie...”, me impulsa a cruzar el pantano, y así me veo caminando por encima, sin hundirme en las aguas, moviendo la espesa nube a cada paso que daba. Caminé durante mucho tiempo, la noche cayó pero el cansancio no hizo su aparición, hasta llegar a la otra orilla. El entorno seguía invariable, aunque al fondo del bosque ahora se veía una luminiscencia casi imperceptible. Agudicé la vista para determinar el origen de la fuente lumínica, pero me era del todo imposible. La curiosidad, ese eterno acicate del ser humano, me llevaba, en volandas, a adentrarme en aquella frondosidad. “Riiitchie... Riiitchie...”

Penetré en la espesura vegetal y la recorrí hasta acercarme a un calvero, donde finalmente pude determinar la causa de la luz. En el centro se encontraba una hermosa muchacha tumbada sobre una mesa de piedra, rodeada por varales ardiendo incesantes. Estaba sola y parecía encontrarse en trance, aunque su rostro reflejaba serenidad. No quise alterar su descanso pero algo me decía que tenía que cogerla en mis brazos y llevármela lejos. Sin embargo, me quedé inmóvil, extasiado ante su belleza, contemplándola mientras, por detrás, apareció un tipo extraño. Me recordó al famoso mago Merlin de la corte del Rey Arturo. Ataviado con un alto sombrero negro, con una espesa barba blanca que impedía ver su boca, una capa de color púrpura y un traje bajo ella de intenso color mostaza, con un ancho cinturón por encima del cual asomaba una gran barriga, me hizo un ademán para que me retirase.

Entonces empezaron a sonar tambores lejanos, rítmicos, fúnebres. Adivinaba lo que iba a ocurrir. Y se confirmaron mis sospechas. El “mago” extrajo de su capa un estilete con un mango cubierto de pedrería: esmeraldas, rubíes, zafiros. No podía permitir aquel sacrificio. Me avalancé para detenerlo y con un gesto de su brazo me lanzó unos pocos metros por el aire, yendo a caer y golpeándome contra el tronco de un árbol. Al despertar me hallé dentro de un bote, como los que se usan para mermelada.


Pero aquí dentro se está bien. Tengo suficiente alcohol y maría. Me quedaré un rato.

3 comentarios:

  1. Cuando leí que incluiste Smoke on the water, lo puse para leer el resto al ritmo de Deep purple, me gustó.
    Que tengas un buen fin de semana :)

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  2. Hola Antonio, he estado unas semanas sin internet, y me he encontrado con este texto que me ha encantado. Muy bueno y mejor escrito, aparte de tu mención a deep purple un gran final que me ha encantado, alcohol y juani.
    Un saludo cordial.

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  3. Hola Antonio, felicidades por ese tercer puesto, me ha gustado tu relato y agradezco también tus comentarios a los míos, siempre alentadores. Saludos

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