lunes, 5 de octubre de 2015

Siguiendo el rastro (IV)

El director de la terminal no recibió de buen agrado a Scariolus. Aquella mañana no era un buen momento, dada la cantidad de problemas que generaba un día de tormenta. Los controladores no lo dejaban un segundo. Y ahora venía ese pesado detective a importunar aún más. Decidió que tendría que esperar, al menos hasta que se normalizase algo la actividad de la torre.

Scariolus lo percibió pero no tenía autoridad para argüir obstrucción a la justicia, por lo que no le quedó más remedio que resignarse. Y tampoco quería marcharse hasta el otro aeropuerto, a pesar de la urgencia de la situación. Revisó sus notas, la carpeta conteniendo múltiples copias del retrato robot para distribuir por todos los departamentos... todo estaba en orden. Poco después, el director accedió finalmente a su petición.

- Bien. Necesito que distribuya este retrato a todos sus empleados. Quiero saber si este hombre cogió un vuelo recientemente y su destino. Estamos persiguiendo a un tipo muy peligroso que, previsiblemente, ha cometido varios asesinatos. Comprenderá mi urgencia- concluyó mirando fijamente a su interlocutor para causar más presión.
- No se preocupe, detective. Le tendremos informado en cuanto averigüemos algo.
- Perdone que le insista. El asunto es de la mayor prioridad. Dese cuenta que tenemos que contactar con la Interpol y el tiempo ya corre en contra nuestra.
- Ya, ya. Espero que me disculpe por no haberlo podido atender antes, pero es que el día lo requiere- apostilló el director para dar más viso de credibilidad a su actuación.
- En ese caso no quiero hacerle perder más tiempo- y cogió su mascota dándose media vuelta en dirección a la puerta.

Una vez se hubo ido, el director llamó a cuatro de los mozos y le dio varias copias del retrato para su distribución. Aproximadamente a las dos horas ya tenía resultados. Una de las asistentas de los vuelos a Francia le comunicó que había visto a ese hombre coger un vuelo con dirección a París. Su nombre, Howard Woods y la hora de salida, las seis de la tarde. El director no quiso retrasar más la obtención de aquella información y se puso en contacto con Scariolus.

El vuelo se había tomado tan solo cuarenta minutos tras la muerte de Jack, el dueño del local de copas. Sí. El tipo mató a aquel hombre y salió disparado hacia el aeropuerto. Ordenó el rastreo del nombre que, ya suponía con su astucia, se trataría de uno falso colocado en un pasaporte de las mismas características. Así se lo confirmarían algunos minutos después, por lo que solo contaba con su retrato. No era mucho. Llamó a su secretaria para que le reservara el próximo vuelo a París.

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